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First Seen: 03/11/2024
Last Indexed: 10/21/2024
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Saltar al contenido Hay cosas que no debemos divulgar: el jaqueo de un sitio web, la compra de criptomonedas y de oro, un robo, etc. Para evitar ser identificados hay que usar tecnologías que permiten el anonimato (como Tor y redes privadas virtuales ), pagar en efectivo y no mostrar documentos identificativos, eso está claro. Sin embargo, muchas veces olvidamos algo muy básico: cerrar el pico. Crear una identidad digital anónima, por ejemplo, es muy sencillo: te registras con un nombre de usuario en una web usando una VPN o Tor y subes contenido. Perder ese anonimato, por otro lado, también es muy fácil: basta revelar algún dato relacionado con tu identidad real. Esas identidades digitales pueden tener datos, pero deben ser falsos. La manera de escribir también puede revelar nuestra identidad real, así que es recomendable hacer un esfuerzo para cambiar el estilo de redacción. Las personas con las que interactuamos no deben saber nada que queramos mantener oculto, incluso aunque sean personas de confianza. Nunca sabemos si esas personas que hoy son de confianza lo seguirán siendo mañana. El estafador que vendió la Torre Eiffel dos veces, Victor Lustig , fue detenido porque su amante se puso celosa de una relación que tenía con otra mujer y decidió delatarlo. Claro, muchas veces queremos fardar de nuestras proezas. Queremos presumir de nuestros jaqueos, queremos ostentar... Mejor no hacerlo. Es mejor ser humilde e inventarse alguna escusa. «Ese dinero me lo dio mi padre»; «tengo criptomonedas, pero poca cosa»... En resumen, lo mejor es cerrar el pico si no quieres que te pillen y tampoco quieres ser el punto de mira. No seas el tonto que presume de comprar 100 gramos de oro y se encuentra al día siguiente su casa desvalijada. Hay una burbuja del aprendizaje automático, pero esta tecnología ha llegado para quedarse. Cuando la burbuja explote, el mundo habrá cambiado a causa del aprendizaje automático. Pero probablemente será peor, no mejor. A diferencia de lo que esperan los catastrofistas de la IA, el mundo no desaparecerá más rápido gracias a la IA. Los avances actuales en el aprendizaje automático no nos acercan a la IAF, y, como señaló Randall Monroe en 2018: Lo que sucederá con la IA es el viejo y aburrido capitalismo. Su capacidad de permanecer en el poder consistirá en reemplazar a humanos competentes y caros con robots cutres y baratos. Los modelos de lenguaje de gran tamaño son un gran avance respecto a las cadenas de Markov, y Stable Diffusion puede generar imágenes que solo son un poco extrañas manipulando un poco los comandos. Los programadores mediocres usarán GitHub Copilot para escribir código trivial y plantillas (el código trivial es tautológicamente de poco interés), y el aprendizaje de máquina probablemente seguirá siendo útil para escribir cartas de presentación por ti. Los coches autónomos podrían llegar En Cualquier Momento™, lo que será genial para los entusiastas de la ciencia ficción y los tecnócratas, pero mucho peor en todos los aspectos que, por ejemplo, construir más trenes . Los mayores cambios duraderos del aprendizaje automático serán más bien los siguientes: Una reducción de la mano de obra para trabajos creativos cualificados. La total eliminación de humanos en puestos de atención al cliente. Contenidos basura y phishing más convincentes, estafas más escalables. Granjas de contenidos que dominarán con ardides los resultados de búsqueda. Granjas de libros (tanto electrónicos como en papel) saturarán el mercado. Los contenidos generados por IA saturarán las redes sociales. Propaganda y campañas artificiales generalizadas, tanto en política como en publicidad. Las empresas de IA seguirán generando residuos y emisiones de CO 2 a gran escala, ya que extraen agresivamente todo el contenido de Internet que pueden encontrar, externalizando los costes a la infraestructura digital mundial, y nutren con ese acopio las granjas de GPUs para generar sus modelos. Puede que los humanos tengan poder de decisión ayudando a etiquetar el contenido, para lo que buscarán los mercados más baratos con las leyes laborales más débiles con el objetivo de construir fábricas que explotan a trabajadores para alimentar al monstruo de datos que es la IA. Nunca confiarás en otra reseña de un producto. Nunca volverás a hablar con un humano en la empresa que te proporciona Internet. El mundo digital que te rodea se llenará de contenidos insípidos y lacónicos. La tecnología creada para las granjas de interacciones -esos vídeos editados por IA con la chirriante voz de máquina que has visto últimamente en los canales que sigues- será comercializada como una marca blanca y usada para promover productos e ideologías a escala masiva con un coste mínimo desde cuentas de redes sociales que son llenadas con contenido de IA, cultivan una audiencia y se venden al por mayor y en regla con el algoritmo. Todas estas cosas ya están sucediendo e irán a peor. El futuro de los medios es una regurgitación insípida y sin alma de todos los medios anteriores a la era de la IA, y el destino de todos los nuevos medios creativos es ser subsumidos en el amasijo enturbiante de matemáticas. Esto será increíblemente rentable para los barones de la IA, y para asegurar su inversión están desplegando una inmensa y cara campaña de propaganda mundial. Para el público, las capacidades actuales y futuras posibles de la tecnología están siendo exageradas en promesas altisonantes ridículamente improbables. En reuniones a puerta cerrada se hacen promesas mucho más realistas de reducir los costes a la mitad. La propaganda también se apoya en el canon místico de la IA de ciencia ficción: la amenaza de ordenadores inteligentes con poder para acabar con el mundo, el encanto prohibido de un nuevo Proyecto Manhattan y todas sus consecuencias, la tan profetizada singularidad. La tecnología ni se acerca a este nivel, un hecho bien sabido por expertos y los propios barones, pero la ilusión es mantenida con el intereses de presionar a los legisladores para que ayuden a los barones a erigir una muralla alrededor de su nueva industria. Por supuesto, la IA representa una amenaza de violencia, pero como señala Randall, no proviene de la propia IA, sino de las personas que la emplean. El ejército de EE. UU. está probando drones controlados por IA, que no van a ser autoconscientes, pero aumentarán a gran escala los errores humanos (o la malicia humana) hasta que mueran personas inocentes. Las herramientas de IA ya se están usando para imponer fianzas y condiciones de libertad condicional -pueden meterte en la cárcel o mantenerte allí-. La policía está usando la IA para reconocimiento facial y «actuaciones policiales predictivas». Naturalmente, todos estos modelos acaban discriminando a las minorías, privándolas de libertad y, a menudo, matándolas. La IA se caracteriza por un capitalismo agresivo. La burbuja propagandística ha sido creada por inversores y capitalistas que invierten en ella, y los beneficios que esperan de esa inversión van a salir de tu bolsillo. No se acerca la singularidad, sino que las promesas más realistas de la IA van a empeorar el mundo. La revolución de la IA ya está aquí, y no me gusta nada. Mensaje provocativo Redacté la primera versión de un artículo mucho más incendiario bajo el título «ChatGPT es el nuevo sustituto tecnoateísta de Dios». Hace algunas comparaciones bastante pertinentes entre el culto a las criptomonedas y el culto al aprendizaje automático, y entre la religiosa, inquebrantable y en gran medida ignorante fe en ambas tecnologías como precursoras del progreso. Fue divertido escribirlo, pero este es probablemente un artículo mejor. Encontré este comentario en Hacker News y lo cité en el borrador original: «Probablemente vale la pena hablar con GPT4 antes de buscar ayuda profesional [para tratar la depresión]». En caso de que necesites oírlo: no (advertencia: suicidio) acudas a los servicios de OpenAI para combatir tu depresión. Encontrar y concertar una cita con un terapeuta puede ser difícil para mucha gente -es normal que sientas que es difícil-. Habla con tus amigos y pídeles que te ayuden a encontrar el tratamiento adecuado para tus necesidades. Este artículo es una traducción del artículo « AI crap » publicado por Drew Devault bajo la licencia CC BY-SA 2.0 . Este artículo es una traducción del inglés del artículo « No Cellphones Beyond This Point » publicado por Alyssa Rosenzweig bajo la licencia CC BY-SA 4.0 . Me niego a llevar un celular -para mis confusos amigos en nuestra sociedad obsesionada con la tecnología-, aquí explico por qué. Algunos de vosotros ya me habéis preguntado cuál es mi número para enviarme mensajes. Quizá eras un profesor en una de mis clases pidiéndome que ejecutara algún software privativo en clase. Puede que fueras un familiar, preocupado de que en una situación insegura no fuera capaz de llamar para pedir ayuda. Hay cuatro capas de razonamiento detrás de mi negativa a tener un celular, a pesar de ser una usuaria activa de Internet. En orden de menor a mayor importancia: Primero, la electrónica de los celulares es incómoda para mí. Gran parte de mi tiempo frente al ordenador lo empleo en la escritura, la programación y el arte; para mí estas tareas requieren teclados de tamaño completo o tabletas de dibujo. Esta no es una razón ética para evitar teléfonos y tabletas, por supuesto, y reconozco que muchas personas tienen usos más adecuados para los factores de forma pequeños. Segundo, los usuarios de celulares crean una cultura del celular. En una fracción de la vida de un adulto, los celulares han cambiado desde la inexistencia hasta usarse de forma socialmente aceptable mientras se habla con alguien en la vida real. Esta cultura no es inevitable para la electrónica digital -mucha gente usa la tecnología responsablemente, por lo que les aplaudo-, pero permanece depresivamente usual. Si tuviera que tener un teléfono frente a mi nariz mientras finjo hablar con mis propios amigos, solo seguiría perpetuando la noción de que es un comportamiento correcto . Como temo que pueda convertirme en alguien que usa inadecuadamente la tecnología de esta manera, evito llevar un celular completamente para evitar el riesgo ético. Tercero, los celulares suponen riesgos graves para la libertad y la privacidad. La amplia mayoría de los teléfonos del mercado ejecutan sistemas operativos privativos, como iOS, y están repletos de software privativo. Asimismo, a diferencia de la mayoría de ordenadores portátiles y de escritorio, muchos de estos sistemas operativos ejecutan comprobaciones de firma. Es decir, es criptográficamente imposible y en muchos casos ilegal reemplazar el sistema por software libre. Esto por sí solo es una razón para evitar tocar estos aparatos. La situación real es desafo...